El camino nunca es fácil, y el pasaporte, esa trampa mortal, se convirtió
en la desesperación de algunos. El hotel -albergue, más bien-, era mucho mejor
de lo que parecía de buenas a primeras, estando como estaba en el centro de la
ciudad junto a la boca del metro y en un hermoso barrio. Moverse por la ciudad
era sencillo y muy práctico, y no era difícil cogerle el tranquillo al Tube. Los museos, ¿qué decir de ellos?
Los mejores que he visto. El Museo Británico con sus esculturas milenarias, la
National Gallery, llena de magníficos cuadros, las dos Tate, espejo de la
cultura de la modernidad, o el Museo de Historia Natural, siempre asombroso con
sus fantásticas recreaciones de dinosaurios y animales, extintos o no. Y sobre
todo la gran ciudad plagada de monumentos, paradigma de todo lo que la
civilización occidental fue, es y aspira a ser algún día. Pero más allá de los
museos, del metro o de la propia ciudad, está la experiencia del mismo viaje,
lleno de la gente, de historias y anécdotas. Un viaje para recordar.
Jaime Aldana de Santa Ana. 2º Bachillerato A
Fotografías de Sergio Fernández Uceda. 2º Bachillerato A
Fotografías de Sergio Fernández Uceda. 2º Bachillerato A
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